Algunas dudas

-Tan jodido como siempre- Una ansiosa joven de cabellos castaños y ojos verdes caminaba apresuradamente de un lado al otro dentro de la habitación. en ésta había una gran cama cubierta por sábanas moradas y lilas, sobre su colchón un peluche de Jack Skellington parecía saludar con una sonrisa a cualquiera que lograra atravezar el umbral de la puerta, si es que lo hacía. Por todo el suelo de madera se encontraban peluches, decenas y decenas de peluches que parecían tapizar la dura superficie de madera que sonaba bajo sus pies. 

A éstas alturas no podía hacer más que eso, caminar de un lado al otro, nerviosa. Unas profundas ojeras podían apreciarse debajo de sus ojos, y los colores contrastaban tanto con su pálida piel que era imposible no poder percatarse de ellas... las pesadillas no habían dejado que la joven Kristiansen pegara un ojo durante las últimas 3 noches y cada que lo conseguía por escasos minutos una imagen nueva, un sonido estridente o simplemente el murmulló de una canción que parecía no tener principio ni final la obligaba a despertar de manera abrupta. 

-Maldita sea, Rikki ¡Duermete de una buena vez!- murmuró la joven en frustración. Se palmeó las mejillas una y otra vez, inconscientemente no quería dormir, temía lo que pudiera encontrarse frente a ella si lo hacia. No sabía qué más hacer asi que caminó por la casa, por pasillos y habitaciónes vacías, por salas enteras y más pasillos hasta que se encontró con el vestíbulo. Caminaba tan sigilosa como un gato, sin hacer ruido alguno y se centró tanto en sí misma, en el silencio que llenaba la casona que incluso el simple llamado a la puerta hizo que saltara de la impresión y se cubriera la boca con ambas manos para no lanzar una chillido.

Sintió el corazón acelerarse al igual que su corazón. Sentía un nudo en el estomago, y las rodillas le temblaron un poco en anticipación ¿acaso venían por ella de nuevo? Dejó escapar un suave jadeo y se aproximó a la puerta, tomando una de las sombrillas con punta de la percha cercana mientras que con la mano libre alcanzaba el pomo de la puerta. Tragó saliva y poco a poco giró el pomo de la puerta. Esperen ¿estába abierto? Ésto simplemente hizo que el corazón se le acelerara más, pero ya era demasiado tarde... había abierto la puerta.

Pensó que en el momento que descubriera que no se trataba más que de Lilium se relajaría, pero estaba equivocada. Si, efectivamente sintió algo de calma al observar a la mujer de cabello rosa, pero ésta calma se disipó en el momento en que se encontró con la criatura, pues no estaba segura de lo que le hacía sentir. La incomodidad crecío conforme hablaban ¿Dormir? ¡Ja! Pareciera como si le leyeran la mente, o como si ella fuera tan fácil de leer como un libro abierto, en letras grandes y gruesas. Le incomodaba, mucho...

-...Ya veo- dijo y luego se quedó mirando la bolsa de galletas por unos instantes de manera perdida antes de reaccionar -¿A qué vienes exactamente, Lilium? No eres de las personas que pasen a estas horas a saludar... es más, ni siquiera te has pasado por aquí en todo lo que tengo viviendo en Hell- dijo, cruzandose de brazos y se reclinó en el umbral de la puerta. -Ya, dime ¿A qué vienes a mi casa?- Sinceramente, le incomodaba estar ahí, tan vulnerable a que volviera a repetirse el episodio de semanas antes. Tomó la bolsita de galletas y la desató con cuidado para tomar una de las piezas y mordisquearla de manera ansiosa mientras esperaba la respuesta de la bibliotecaria; de vez en vez miraba a Cheshire de refilón, aún no le daba confianza.

-Mhm...- afirmaba cada palabra de la pelirrosa con un suave sonido y un movimiento de cabeza mientras continuaba devorando una a una las galletas, de pronto, sintio como si algo se quebrara en su boca y temió el tragar pues no estaba segura de lo que fuera, y no queria sacarlo y examinarlo... no le hubiera importado en algun otro momento de su vida, sin embargo en los últimos días (desde que dejó de dormir) sus dientes han hecho estragos. Si antes no salia mucho de esta casa ahora era menos, pues sus salidas se habían reducido al las simples vueltas al dentista. Carajo..., pensó la muchacha mientras daba vueltas a aquel bolo en su boca, encontrandose con un pequeño objeto liso... se le habia caido otro diente. Giró su rostro y escupió dicho diente en el perchero detras de la puerta, mientras Lilium continuaba hablando. Seguramente la pelirosa no se hubiera dado cuenta... si, claro. Pero almenos no se habría dado cuenta de qué fue eso que escupió, o almenos eso quería creer Una muela.. no será tan evidente...espero. Tragó lo que tenía en la boca y se volvió a sus visitantes. Algo en Lilium la hacía sentir extraña... sin duda alguna... 

-Pasen, no me gusta estar aqui afuera a estas horas de la noche- susurró con algo de nerviosismo mientras observaba que las sombras se volvían al rededor de la casa y el viento acariciaba su rostro y cualquier cuerpo que se encontrara transitando por esas calles un viento tan frío que calaba en los huesos. Sin embargo no debía ser así, pero esa era la sensación que aquella noche les había proporcionado a nuestros jóvenes habitantes de éste pueblo 

-Pasen, yo insisto- volvió a decir la Kristiansen y les dirigió hasta la sala tras cerrar la puerta detrás de ellos, con todas las medidas de seguridad que pudo..., aunque no estaba segura si fuera lo mejor, después de todo... la puerta estaba abierta en un principio... Sacudió su cabeza, se preocuparía por eso luego, ahora... 

-¿Quieren algo de comer? ¿Algo de beber?- preguntó mientras les indicaba los sillones en la pequeña salita. Un par de sillónes individuales se encontraban uno frente al otro, mientras uno más grande como para 4 personas entre ellos mirando hacia la puerta por la que habian entrado y una pequeña mesita de cristal circular con algunos adornos se encontraba entre ellos 3. La salita era cálida y hogareña de día, sin embargo de noche tenía cierto aire atemorizador, pues si se observaba con atención los cuadros colgados de la pared parecía que los personajes e movian o te seguian con la mirada. Los objetos y decoraciones no se quedaban atrás, pues algunos dibujaban sombras aterradoras en la oscuridad y las muñecas, oh, las muñecas... Nadie que no conociera esa sala en particular podría percatarse de ellas, pues se trataban de un par de muñequitas de porcelana y vestidos hermosos... sin embargo en ocasiones transmitian inseguridad a quien las sostuviera, como si absorbieran tus miedos de alguna manera y los regresaran a ti, de manera amplificada... al menos eso es lo que algunos han dicho, pero pueden estar seguros, éstan en una de esas vitrinas que parecen no haber sido abiertas en un buen tiempo... aunque, pensandolo mejor...