Entrando al pabellón de la muerte [Amenaza; RIKKI]

Respiró profundamente. Realmente le molestaba el pensar que tenía que pasar sus tardes en éste sitio por cuestiones que ni siquiera ella conocía ¿De qué se le acusaba? Delitos menores, pero ¿qué delitos? Esperaba que los rumores no se esparcieran, pero, conociendo Hell, eso era casi impsible. Desde el momento en que salió de casa, las miradas de los vecinos y visitantes comenzaron a seguirla de forma estúpida, la señalaban con el índice y se cubrían la boca con la mano libre para susurrarle a su compañero. Otros, ni siquiera se molestaban en dar un penoso intento de disimulo, sino que continuaban observandola atentamente. Le sostenían la mirada, otros parecían querer retarla incluso. Rikki puso los ojos en blanco y se subió el gorrito de su sudadera al sentir como una corriente de aire helada le abrazaba y apresuró sus pasos.

Finalmente llegó hasta la comisaría de aquel pequeño pueblo en medio de la nada. Posó sus ojos sobre cada una de las letras de aquel gran cartel que daba nombre y título a aquel sitio que se volvería su infierno personal, si es que Hell no se había convertido en él hace tiempo. Suspiró con pesadez y se apresuró a entrar. Empujó cuidadosamente la puerta de cristal, donde yacía un pequeño cartoncito con la leyenda "Empuje" y miró en el interior del sitio. Parecía tan solitario... Rikki siempre se había cuestionado si aquellos hombres con placa realmente hacían algo. Nunca les veía por el pueblo hasta que era demasiado tarde o bien se inmiscuían en los sitios menos importantes y seguros de todo el pueblo. De pronto recordó el rostro de aquel estúpido rubio que le intentaba hacer la vida cuadritos cada que podía. La castaña resopló y entró en aquel sitio con las manos en los bolsillos.

Inspeccionó el sitio con ojos desinteresados. Aquel sitio le importaba menos que nada, pero tenía que venir aquí, por el bien de... sacudió su cabeza y se acercó a la mesa donde debería estar la recepcionista. DEBERÍA... pero ni siquiera se encontraba en su puesto.

Rikki alzó una ceja.

¿Qué podría ser más importante que su trabajo?

-Y aquí vienen a dar todos mis impuestos...- susurró de forma amarga y se rascó la cabeza a través de la tela de aquel gorrito. Volvió a suspirar, como si con eso pudiera sentirse menos presionada o algo por el estilo. Esperaba ciegamente que así fuera. Deslizó su mano por uno de los bolsillos y sacó un paquete de goma de mascar, tomó un par de piezas y se las llevó a la boca para comenzar a mascarlas energicamente... necesitaba algo con qué relajarse en ese sitio que no le prometía cosas buenas...

Giró sobre sus talónes y se dirigió hasta una de las sillas vacías en aquella sala de espera. Dejó caer su peso en la superficie de madera e inclinó su cuerpo, apoyando los codos sobre sus rodillas separadas, de la forma menos femenina que podía imaginar, y escondió su rostro entre las manos al esperar...y esperar...

¿Es ésto lo que sentía un prisionero del pabellón de la muerte en Texas?

Mensajes : 3 Fecha de inscripción : 24/06/2014

Entrando al pabellón de la muerte [Amenaza; RIKKI] Hvv02b_th

Josh
- ¿Me das un poco? - sonrió a la castaña mientras salía del baño y se secaba las manos con el pantalón, él parecía no inmutarse por el estado de soledad en el que estaba la comisaría.

Se sentó junto a ella y apoyó su espalda contra la pared, mirando a su alrededor y suspirando pacientemente - A todas estas... ¿qué te trae por aquí? -. Era evidente que no le molestaba en lo más mínimo que hubiera gente que entrara a la comisaría a veces, ayudándole a sentirse un poco menos solo con ese nuevo trabajo, mucho menos le molestaría tener justo al lado a la razón por la que visitó el pueblo en primer lugar, cuando apenas era un simple bombero.

¿Bombero? ¡Ha! ¿Qué no había sido ya? Esa ni siquiera era la primera vez que era policía, aunque no le importaba, después de todo, aquel era su profesión falsa favorita. Lo cierto era que no había cuestionado la decisión del alcalde de ponerlo a cargo de la comisaría, sus superiores le habían ordenado expresamente que no lo hiciera; pero en ese momento, al ver a la chica allí sentada, por alguna razón supo que estaba metido en algo mucho más grande de lo que se había imaginado. ¿Qué hacía ella ahí?

Se enderezó, hasta que los huesos de su espalda hicieron un pop bastante agradable. Siguió con el cuello, girandolo despació y luego sacudió la cabeza, haciendo que sus castaños cabellos volaran de un lado al otro. Se veían suaves, y caían con gran delicadeza sobre su rostro y a los lados de éste. Después, escuchó el pestillo de una puerta y el sonido de unas bisagras algo oxidadas o que, al menos, carecían del aceite adecuado como para no rechinar.
La joven castaña alzó la mirada en dirección al sonido y depronto se percató de aquella voz tan molesta. Josh pensó con repudio mientras sus ojos verdes se fijaban a las bancas frente a ella. Escuchó como su peso caía sobre la silla a su lado, pero no giró la cabeza ni volvió sus ojos de las fascinantes y rígidas sillas al frente. La simple mención de dicho nombre o el más minísculo recuerdo de aquellas facciones tan pedantes le hacían sentir cabreada. Pero tenía que trabajar con él ¿Qué opciónes tenía? Ningúna.
No disimulaba de ningúna forma que, en realidad, le molestaba la presencia del pseudo-policía, pero no podía ser demasiado hostil con él, no ahora. Tomó el paquete de gomas de mascar y se lo tendió, dejandolo caer descuidadamente sobre la palma ajena.
-Vaya y yo pensaba que hacias bien tus tareas dijo la joven con cierto desprecio -Sabes bien porqué estoy aquí, no te hagas el tonto dijo, esta vez si se giró y encaró al mayor. Sus palabras eran bruscas, pero solo eso.

Mensajes : 3 Fecha de inscripción : 24/06/2014

Josh
- ¿Te parece que si lo supiera te lo estaría preguntando? - rió tomando una goma de mascar y ofreciéndole el paquete de vuelta. Ese tipo de comentarios nunca lo habían incomodado, al contrario, le causaban gracia; estaba acostumbrado a chiquillas latosas que se interponían en su camino, desde alumnas que intentaban ganarse sus favores hasta pesudo-rebeldes que pinchaban sus llantas e incendiaban su auto.

- Me recuerdas a alguien - rió con más fuerza, enarcó una ceja y le sostuvo la mirada con firmeza; había algo en esa situación que le parecía sumamente divertido.

¿Por qué tendría que saber de antemano la razón por la que la chica se hallaba allí? Se preguntó si alguien más le había tendido una trampa, aunque lo dudó, no había nadie en el pueblo que lo conociera. ¿Obra del alcalde? Quizá, suponía que si lo era debía seguirle la corriente, por mucho que desagradara. La razón no importaba, lo cierto era que la joven estaba a su lado en ese momento, por vez tenía a su objetivo tan cerca y vulnerable. No podía desaprovechar dicha oportunidad.

Se puso de pie - ¿te apetecería tomar algo? Hay una máquina de café en la cocina y un par de gaseosas en el refrigerador - la caballerosidad ante todo, por supuesto.

-Eso suponía. Al parecer estaba errada dijo, tomando el paquete de nuevo e introduciendolo de nueva cuenta dentro de uno de los bolsillos que su sudadera tenía. Sencillamente, sus actitudes y su rostro le molestaban. Sentía que la subestimaba y seguramente así era. Recordaba aquel momento, en el bosque, la primera vez que se vieron... parecia bastante amable, aunque ahora... era una completa molestia para la joven de cabellos castños. Pero no era momento real para ponerse a recitar cuan decepcionada y molesta estaba con el otro. Ahora lo importante era saber ¿Porqué no sabía quello ese hombre? Le enviaron a la comisaría, pensaba que, como minimo deje de decencia alguien sabría de su posición o al menos de algo parecido. No podía creer que tendría que tendría que humillarse más. Alzó una ceja y giró la cabeza un poco más para verle mejor. Supiró pesadamente antes de levantarse.
-No me interesa en realidad, pero el silencio de este sitio me esta desquiciando ¿hay alguien más aquí además de ti? preguntó la jocen cruzandose de brazos y mirando al otro desde su escasa altura, sin embargo por su posición actual, ella podía verle desde arriba. La sensación le agradó en algun sitio de su cabeza, aplastar ese hombre tan molesto. Sacudió ese pensamiento de su cabeza y prosiguió.
-Si no es molestía, preferiría tomar una gaseosa de éste lado del escaparate, no me agrada la idea de ir más adentro de la comisaría en mi primer día sonrio de lado, con un deje de cinismo en el rostro. Esperaba al mayor, esperaba que le guiara, tomar una de las botellas y volver lo antes posible... tomaría ese tiempo para pensar en qué decirle, alguna clase de escusa para que pe permitiera hacer su... "servicio comunitario" ... pero si él no lo sabía ¿cómo llegar y darle el papeleo...que había destruido?
Caminó por los corredores hasta la cocina, donde se encontraba el refrigerado que Josh había dicho y tomó una gaseosa de cereza y cuando el otro también estuvo listo, comenzó a recorrer sus pasos de vuelta a la entrada

Mensajes : 3 Fecha de inscripción : 24/06/2014

Josh
- Hay varias personas, de eso no hay duda - sonrió abriendo los brazos y mirando a su alrededor - la razón por la que no puedes verlos es porque no sabes dónde buscar - le gustaba hacer aquello, confundir a las personas era una de sus actividades favoritas - y la razón por la que no los oyes es la misma razón por la que ellos no nos pueden oír a nosotros, todas las paredes de este lugar son muy gruesas y a prueba de sonido - se acercó a una papelera y escupió la goma de mascar en ella - si no fuera así nadie querría trabajar con los gritos y chillidos de los de allá abajo - sabía que dejaría esa frase resonando en la mente de Rikki, ese día no podía ser mejor.

- Pero creo que me estoy adelantando, aún no me has dicho por qué estás aquí - tomó un sorbo de su café y se acercó, notó que una venda se asomaba por debajo de su sudadera y su semblante se turbó - ¿vienes a denunciar a alguien? - sacudió su cabeza y la miró confundido - ¿estás bien?

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