Nunca hubiera esperado que tres disparos lo dejaran más ciego que la pérdida de su segundo ojo.
Volvió a la gasolinera para dejar los tanques que tenía, pues se dio cuenta de que ya las llamas no crearían una familia, sólo se guardarían en el olvido de un deseo precoz que falleció en el momento en el que apretó el gatillo... Tres veces.
Quería descuartizar su pasado y veía florecer un nuevo futuro más feliz, en el cual el los sentimientos serían los protagonistas de una historia de hadas de un pirata; sólo las evidencias carnales serían el fruto de malos recuerdos.
Se sentó al lado de la gasolinera, esperando para irse junto con la soledad, que, al parecer, ahora era su mejor amiga. Sacó otra chupeta de su bolsillo y retiró el envoltorio después de revisar la fecha de vencimiento. En 2 semanas llegaría la fecha límite para poder consumir la chupeta.
Supuso que su fecha tope ya había llegado; y lo que alguna vez fue un futuro sólido fue desgarrado por sus mismas acciones que fueron necesarias. Se molestó por la simple realidad de que no había otra forma. Después de lo que ocurrió se le pasó varias veces por la cabeza esa típica pregunta de "Qué hubiera pasado si yo...?" pero no encontró una forma que fuera mejor que lo que hizo.
Se preguntó cómo serían las cosas de ahora en adelante y no pudo encontrar respuesta a eso.
- Maldita sea...
Se levantó del suelo y caminó unos cuantos metros de la gasolinera. Sacó su pistola, revisó el cartucho, apuntó, y cerró los ojos suavemente. Recordó la última vez que presionó el gatillo, y volvió a presionarlo.
Sólo se necesitó del hoyo de la bala y una chispa por el roce de los metales para que la gasolina llegara al punto de ignición. Fue ese el momento en el que observó lo que le sucedió a su vida.
Se sentó en la acera de la gasolinera a pensar, y a observar...